AMA-BIGIN-ARRIA. MITICA HUELLA EN EL CORAZON DE ARALAR
En el antiguo camino que unía el Santuario de San Miguel de Aralar con los pueblos gipuzkoanos de Amezketa, Alegia, Tolosa, etc., se localiza el espectacular barranco de Arritzaga, de origen glaciar, y famoso por sus minas de cobre explotadas desde 1734. En la cabecera del mismo, una enorme mole de piedra junto al camino llama nuestra atención, se trata de Ama-Birgin-Arria. Una pequeña hornacina en la parte superior izquierda de la misma, guarda la imagen chiquitita de la Virgen María, junto a la que se ven flores y algunas monedas depositadas en una concha a los pies de la figura.
Una antigua leyenda nos cuenta los misterios de esta piedra, cuyo origen, si bien cristianizado, se remonta a lo más profundo de nuestras tradiciones y creencias.
"Dicen los viejos cuentos que la Virgen María se apareció a un pastor de la localidad de Amezketa, este corrió a su pueblo a contar lo sucedido, pero no le creyeron, entonces la Virgen María se marchó hasta el barranco de Arantzazu, en plena sierra de Aitzkorri. Pero antes de partir y como demostración de su paso por este rincón de Aralar, la Virgen dejó la huella de uno de sus pies en la roca sobre la que se había posado al descender de los cielos, esta roca es la Ama-Birgin-Arria, y todavía permanece allí dicha huella, siglo tras siglo."
Aún hoy tenemos la oportunidad de conectar con lo más profundo de nuestra ancestral cultura, de vivir en primera persona nuestras más arcaicas creencias, allí en lo más profundo de nuestra montaña. Como manda la tradición, muchos caminantes dejan en Ama-Birgin-Arria unas monedas para que algún peregrino o montañero que se dirija hasta el Santuario de San Miguel de Aralar, las recoja y las deje allí en el mítico templo, ofrendando velas que arderán ante la imagen del santo.
El paso de
Igaratzako Arratea, parece custodiar la piedra de Ama Birgin Arria y su
leyenda, como queriendo protegerla, es un paso que nos abre las puertas de las
amplias praderas verdes de Aralar, donde pastan las potttokas, dejando atrás el
barranco de Arritzaga. Es esta una ancestral ruta de trasnshumancia, y
peregrinaje hasta el Santuario de San Miguel de Aralar, ante la que no podemos
evitar sentir un enorme asombro lleno de admiración pensando como aquellas
gentes subían sus rebaños por estos intrincados
caminos a los altos pastos de la sierra.
Cerca de este paso, se localiza el paraje de
Perileku, donde como su propio nombre indica (Perikelu-sitio de feria), antaño,
en verano, se celebraba una feria ganadera muy conocida, a donde acudían los
pastores de todos los pueblos de alrededor. Hoy ya no se celebran ferias en
este paraje perdido en el corazón de Aralar, donde un poste indicativo de la
cumbres circundantes, nos sale al encuentro, es un lugar curioso, apartado pero
a la vez cruce de caminos antaño transitados, hoy es un lugar idóneo para
respirar la soledad de la montaña, sentarse en medio de los rasos infinitos de
Aralar y oír sólo los pensamientos que surgen de nuestra mente. Y todo ello rodeado
de unas montañas espectaculares, atractivas, magnéticas, conocidas, como la
Malloa de Aralar. Superando los 1.000 metros de altura, presentan en esta
vertiente su lado más amable, sin embargo hacia el lado opuesto grandes
barrancos se precipitan sobre el valle de Araitz, y las localidades de Betelu,
Errazkin y Albiasu.
Un poco más adelante se localiza el bello paraje de
Igaratza, es esta una de las zonas de referencia para el montañismo vasco, un
lugar cuyos atardeceres mágicos nos enseñaron a amar las montañas a muchos de
nosotros. Allí se alza una ermita cuya bendición tuvo lugar un 15 de septiembre
de 1946, con el fin de celebrar misas cada domingo durante la época en la que
los pastores estaban en la sierra, para
que estos pudieran cumplir con el rito semanal sin tener que desplazarse
durante horas de camino. Se pensó en celebrar las ceremonias en las fechas que
van desde el 1 de mayo al 1 de noviembre. En su retablo se colocó una imagen de
la Virgen de Arantzazu (Patrona de Guipúzcoa), bajo la que se puso su advocación,
curiosamente Arantzazu está presente en la leyenda descrita anteriormente. Junto
a la hermosa ermita que cada segundo domingo de agosto recibe la única visita a
tierras gipuzkoanas que realiza la imagen del Aingeru de Aralar, se sitúa un
hermoso refugio privado y otro libre así como una fuente de aguas claras y limpias.
Además Igaratza es una de las estaciones megalíticas
más importantes del País de los Vascos, donde encontramos varios dólmenes, un
menhir, túmulos, es esta, pues,una zona cargada de mitología, leyendas,
tradiciones ancestrales, historia, devoción, una zona rica, muy rica en
sabiduría y magia atávica. Mientras la piedra de Ama-Birgin-Arria seguirá en su
feudo de Aralar, celosa guardiana de su leyenda y tradición, perdida en lo más
profundo de estas míticas montañas, dispuesta a contar su ancestral historia a
quien camine hasta ella con humildad y ganas de escuchar el susurro de nuestro
pasado.
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