VALLE DE ALOTZA Y MENHIR DE SALTARRI.
En la zona alta de la sierra de Aralar, sobre los 1.000 metros sobre el nivel del mar, se esconde un
hermoso valle tapizado de verde, como si de una hermosa alfombra herbácea se
tratase, se trata del valle de Alotza.
Varias son las vías de acceso para conocer este magnético lugar que atrae al caminante de forma irremediable, para envolverlo en los misterios y antiguas tradiciones y leyendas que guarda celosamente, cobijado por altivas y míticas cumbres como Txindoki, Gañeta, Ganbo o Zumalerdi.
El caminante puede iniciar la ruta desde el barrio de Larraitz, en Abaltzisketa, tomando la ruta normal de ascenso a Txindoki, pasando por la fuente de Oria Iturri, y tras superar el paso de Zirigate, continuar por el antiguo camino que se dirige al Santuario de San Miguel de Aralar, por el valle de Alotza.
Otro acceso que nos acercará a éste hermoso rincón, pasa por el
collado de Pikoeta el cual se puede alcanzar siguiendo la antiquísima calzada
de Enirio o desde el paraje de Intxusti. Otra ruta clásica de acceso al valle
de Alotza, es la que cruza la sierra desde Guardaetxe, por Igaratza e
Irazustako Lepoa.
Lo cierto es que se utilice la ruta que se utilice, la sorpresa nos aguarda cuando tras una curva del camino, se abre ante nosotros el verde tapiz del vallecito, cerrado por las montañas de roca caliza. Y es que el valle de Alotza forma parte de una de las principales rutas sentimentales de la montaña vasca, somos muchos los caminantes que hemos aprendido a amar las montañas con la hierba de Alotza acariciando nuestras botas al caminar, o nuestros pies descalzos mientras contemplamos las nubes tumbados sobre la pradera. Es un regalo para los sentidos marchar por sus ancestrales caminos tal y como lo han hecho desde el neolítico antiguos pastores trashumantes, peregrinos, ejércitos,….
Testigo mudo de ésta cultura pastoril, es el menhir de Saltarri.
En mitad de la pradera tumbado junto al camino, se localiza el mítico menhir
que apenas sobresale ente la hierba de Alotza, realizado en piedra caliza,
propia de la zona, alcanza una altura de 3,27
metros, y una anchura máxima de 62 centímetros.
La antigua piedra está muy unida a diversas tradiciones y
leyendas, como aquella que nos cuenta su origen vinculado a los gigantes de la
mitología vasca, los Gentiles, la tradición vincula a estos seres de fuerza
descomunal la construcción de diferentes megalitos de la tierra de los Vascos.
Cuentan las antiguas historias que hallándose un grupo de hombres jugando a la
pelota en el monte Murumendi, situado sobre la localidad de Ordizia, se les
acercó un gentil interesándose por lo que hacían. Los hombres le explicaron el
juego, y el gigante les indicó que la piedra que estaban usando para el saque,
le podría servir para jugar a él. Dicho esto tomó la roca y la lanzó en
dirección a Aralar, la piedra se rompió yendo a caer un trozo en la montaña de
Auza Gaztelu y el otro quedó tendido en el paraje de Alotza, tal y como hoy
podemos verlo.
Una costumbre habitual entre los pastores de la zona, era la de
realizar apuestas sobre quien podía saltar el menhir con los pies juntos.
Otra leyenda donde vuelven a aparecer los gentiles es la que nos
cuenta como uno de ellos lanzó la piedra desde la cima de Txindoki con la
intención de alcanzar el santuario de San Miguel de Aralar, pero errando el
tiro, la piedra fue a caer en Alotza.
No se sabe realmente la función del menhir, pero afortunadamente
tenemos todas éstas ancestrales historias que han ido pasando de padres a hijos
a lo largo de los años, contadas al calor de la lumbre. Historias que merece la
pena saborear sin prisa sentados junto al menhir de Saltarri, dejando que la
ancestral piedra nos cuente su misterio, caminando siempre sin prisa escuchando
el tintineo de los cencerros de las pottokas, o simplemente el susurro del
viento, envueltos en la magia de las cumbres de Aralar.
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